Amar y perder es una circunstancia dolorosa. Puede que estés atravesando un duelo por fallecimiento, por ruptura de un vínculo, por un trabajo o negocio que se perdió, un proyecto que ya no podrá ser, una situación de salud por la que el cuerpo ya no volverá a ser el mismo, la pérdida de una etapa, los hijos que se van del hogar, en todas estas situaciones el dolor emocional se experimenta de la misma forma. Uno siente que nunca podrá sanar que nunca podrá trascender esa circunstancia.
Permanentemente se recuerdan aspectos hermosos de esa persona que no está más con nosotros, o de esa situación que nos desnuda o vulnerabiliza. Aparece la sensación de haber desperdiciado tiempo, de haber cometido errores, aparecen con fuerza las ganas de volver a compartir, el deseo de una última vez, de una nueva oportunidad para las cosas que no se dijeron, las que no se hicieron. Se revive diariamente el momento de la pérdida, la sensación de dolor intenso, de imposibilidad.
Nadie puede experimentar como vos eso que sientes adentro, nadie está debajo de tu piel, y es probable que te sientes extremadamente solo o sola con ello. Tienes la certeza de que nada de lo que alguien haga o diga resolverá tu dolor, esto es verdadero, el dolor de una pérdida es extremadamente personal, y en los primeros tiempos mientras uno se acomoda, parece ocupar todo nuestro mundo.
¿Para qué estoy yo entonces? ¿para qué una terapia, para qué una psicóloga? Porque a veces, el primer paso de aceptación consiste en entender que acompañado/a es más liviano. Como terapeuta soy un espacio neutral, yo abro mi disponibilidad para que vos puedas desplegar toda esa carga que conlleva tu duelo, como siempre digo a mis pacientes “Necesitamos agotar el dolor. Vamos a agotarlo”. Hablar sobre esa persona, darle vueltas a esa situación, darle un espacio semanal a eso tan incómodo que sientes adentro, poner en palabras tus sentimientos de angustia, culpa, enojo, insultar, hablar de lo que te avergüenza, de lo que no quieres que tus personas cercanas sepan para que no se preocupen. “Sacar la basura”, así como lo llamo. Es un espacio para procesar todo lo que te perturba.
El acompañamiento terapéutico en duelo ayuda a que no enfermes, a que el dolor no se extienda y a que puedas aliviar el caos de pensamientos que te atormentan. Si es por una situación de enfermedad, te ayudaré a comprenderla y a darle espacio en tu vida. Si es por la ausencia o pérdida de un proyecto, creéme, adentro tuyo vamos a encontrar salidas nuevas, oportunidades con mayor plenitud. Mi ayuda está para que puedas atravesar este momento con armonía interior y liberarte de las cosas que crees que quedaron pendientes.
Yo no voy a quitar importancia a lo que te sucede, tampoco voy a lograr que olvides personas o cosas importantes de tu vida, no tengo ese poder, y tampoco esa intención. Lo que te propongo con este acompañamiento es escontrar el lugar más adecuado en tu interior: en corazón, memoria y pensamiento, para ubicar esto que estás duelando. Y que al final, el dolor pasa, tarde o temprano, pero se recuerda más bonito cuando hicimos el trabajo que debíamos hacer en su correcto tiempo.
El acompañamiento puede durar una sesión o miles, las que vos necesites. Porque vos sabrás con certeza cuándo será el momento en que te sientes nuevamente fuerte para continuar solo o sola. La aceptación de esto que ha sucedido llegará eventualmente, mientras tanto, si deseas aliviar tu carga, mis puertas están abiertas.
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